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Este ensayo tiene dos secciones: primero se analizarán dos criterios para diferenciar la argumentación de la demostración formal. De acuerdo con Perelman (Perelman & Olbrechts-Tyteca, 1989), la argumentación se fundamenta en la persuasión, y por ello es polisémica, ambigua; por otro lado, se afirma que ésta es dependiente de la información que se tenga, mientras la demostración no depende de ello. Se mostrará que ninguno de los criterios invocados para justificar la distinción se sostiene. En la segunda sección, se probará que la persuasión no está asociada necesariamente al acto de habla de argumentar, de manera similar a como la intención de convencer no está asociada al acto de afirmar algo. Por ello no puede apelarse a la persuasión para definir el ejercicio argumentativo.