Resumen
En la reflexión, las emociones han estado relegadas al ámbito de la subjetividad. Largo tiempo se consideraron objeto de la psicología, carentes de interés para el análisis filosófico. Así, para el positivismo científico y el emotivismo ético, las emociones carecen de valor epistémico. Tales convicciones han empezado a resquebrajarse a partir de los estudios de pensadores como Richard Rorty, Martha Nussbaum o Jon Elster. El presente ensayo realza la importancia de las emociones para la filosofía. Se remite al aprendizaje moral y político a partir de la experiencia colombiana, a la vez que evalúa la importancia del cultivo de las emociones morales para facilitar la transformación social y contribuir a los propósitos emancipatorios del pensamiento de la Ilustración.