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El artículo se centra en el panorama y diagnóstico que Frochaux hace en su texto L’Homme Seul, sobre la civilización y cultura como distanciamiento del hombre respecto a la naturaleza, resumido en su tesis “la historia es biología injerta en lo geográfico”; una de las varias consecuencias de ello está en que desde que dicho distanciamiento se consolidó, el arte se estancó, en la medida en que el progreso desacralizó la realidad, el misterio y lo sagrado desaparecieron. Desapareció el cánon. La realidad estaba dividida entre lo sagrado y lo profano, siendo éste lo conquistado por el hombre, y lo sagrado lo no conquistado por el hombre. Así, la historia puede verse como la lucha permanente entre lo sagrado y lo profano. El distanciamiento movido por el afán de desarrollo material de la sociedad, pero, ligado a ello, el progreso nos ha generado una cierta culpabilidad. Lo uno implica lo otro, cual fatalidad. El distanciarse del mundo animal, en el cual fue creado, es el precio que el hombre debió pagar para llegar a ser el hombre de hoy, erigido como centro de la creación; pero, ¿lo que ganó con ello es más valioso que lo perdió? Viendo el mundo actual, ¿valió la pena la ruptura y el distancia-miento con el mundo natural y animal en aras de la sociedad que tenemos hoy? Esta traición del hombre hacia la naturaleza y la animalidad le genera una culpa permanente, la cual no desaparece pese al progreso alcanzado; es la culpa original. Pretendiendo colocarse por encima del mundo natural y animal, el hombre se cree superior, pero, lo único que ha hecho es refinar la destreza animal y usarla para la destrucción misma de la naturaleza y del mundo animal. Todo lo animal se centuplica cuando se transforma en humano. El hombre es un poco todos los animales sintetizados en él. Ninguna especie animal hace la guerra al interior de ella misma como sí lo haceel hombre. Con estas tesis aborda la historia, la economía, el arte y nos deja una fuerte sensación de escepticismo.