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En la literatura de Jorge Luis Borges hay símbolos que reaparecen una y otra vez. Cuando comprenden esos símbolos, a los lectores se les da permiso para ingresar en el terreno de la obra y de la mente laberíntica de Borges. Los símbolos son: el laberinto, el libro, el espejo, el tigre, el coraje de la ironía, las palabras que también son música, y el amigo. Los cuatro primeros símbolos son instrumentos que el autor utiliza para causar en el lector un sentimiento de desorientación (el laberinto), una curiosidad que nunca queda satisfecha (el libro), la conciencia de un yo múltiple (el espejo), y la anticipación de la muerte (el tigre). Los tres símbolos restantes proveen, en cierto modo, un paliativo frente al pesimismo melancólico surgido desde los tres primeros símbolos. El coraje de la ironía y las palabras que son música hacen posible cierta alegría individual dentro del universo borgesiano. Y, finalmente, para quienes anhelan escapar del aislamiento, el amigo permite dibujar una apertura metafísica posible hacia regiones de intimidad con otros seres humanos.