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Apel dedicó buena parte de su obra a argumentar el sentido y el quehacer de la ética del discurso como fundamentación última de la ética, con lo cual superaría el solipsismo kantiano, puesto que la comunidad de habla implica una racionalidad intersubjetiva necesaria para la fundamentación de la moralidad. Gran parte de las críticas que ha recibido provienen del filósofo Enrique Dussel, quien lo confronta respecto a la inexistencia de las condiciones necesarias para la aplicación de su teoría; al igual que a Kant, le discute la ausencia de una ética con contenido y, sobre todo, le cuestiona el haber pensado una comunidad ideal de comunicación desde y para la sociedad ilustrada del norte, olvidando la contingencia latinoamericana de precariedad.