Resumen
Bogotá, como organismo, ha sobrevivido gracias a la “producción”, almacenamiento, transformación y uso de la energía —sea renovable o no—, y al trabajo realizado para asegurar el sostenimiento de la población, el mantenimiento y aumento de la estructura económica y, por supuesto, para el desarrollo de la urbe y su región de influencia. Todo el proceso se ha logrado a través de “transiciones energéticas” ocurridas por la confluencia de fuerzas técnica, económica, política, ambiental y social en la ciudad. Esta situación fue analizada con el cálculo del metabolismo urbano, el cual contempló los pilares del portafolio energético de la metrópoli: la energía eléctrica y los combustibles fósiles y sus derivados. La magnitud de las cifras de consumo, que para el 2012 se traducen en una liberación —por combustión y por uso— de 125,8 TBU, demuestra el voraz apetito de la capital colombiana, el cual indudablemente genera impactos negativos en el ambiente urbano y regional, especialmente en la matriz aire