La sustentabilidad de la vida está atravesada por una disputa conceptual. El lenguaje y las formas de conocer importan, ya que intervienen en lo real; los significantes no son neutrales, se instalan en los imaginarios, las prácticas sociales y las relaciones de poder; los discursos son dispositivos de control y legitimación que se instauran y configuran posturas éticas y morales hacia la relación ser
humano-naturaleza, hacia las formas de cómo concebir el ambiente en el mundo moderno. Por tanto, un análisis crítico de la polisemia de la bioeconomía y el desarrollo permite develar lógicas e intereses contrapuestos sobre las relaciones ser humano y
“naturaleza”, economía y entropía. La economía ecológica y la noción de bioeconomía elaboradas por Nicholas Georgescu-Roegen rompen con los presupuestos del desarrollo sostenible y, por ende, distan de las políticas de crecimiento verde que cosifican y mercantilizan la naturaleza. De ahí la importancia de una revisión de la distorsión del sentido de la bioeconomía y de los consecuentes
riesgos de su cooptación por parte del discurso hegemónico del desarrollo sostenible.
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