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La espacialidad de la estructura urbana deriva de un adecuado equilibrio entre lo público y lo privado referido a que “todo tiene que ver más con lo vacío, que con lo lleno”. El apropiado diseño, uso y mantenimiento de lo vacío garantiza que los espacios públicos y semipúblicos produzcan en los habitantes seguridad y confort. Además de su uso intrínseco, a través de la actividad deben automantenerse, pues deben permanecer en el tiempo con una vida útil propia en cuanto al uso y el abuso, donde el tiempo no sea visible. Se establece así un “diálogo con lo universal y lo permanente a través de lo intrínsecamente [cotidiano] de lo esencialmente [utilitario]”. No hay que olvidar que en todos los procesos están involucradas la estética y la confianza, donde se llega a hacer algo que todos desean tener bien hecho. Es el sueño y la esperanza de un entorno mejor; sin recetas, pero con compromisos. Por lo mismo se aprende de lo que se ha visto, hecho y de lo que aún se puede hacer mejor.