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El presente artículo de reflexión muestra cómo parte del recurso fauna silvestre en el país se maneja desde el modelo ex situ, llamado comúnmente zoocría, o, en el caso de utilizar especies promisorias, conocido como fomento faunístico. La zoocría colombiana tiene sus orígenes en la década de los años ochenta, cuando algunos inversionistas de la costa norte, animados por el entonces Inderena, crean granjas con reptiles silvestres que se hallaban en la jurisdicción. Se inicia, así, la zoocría en ciclo cerrado a partir de la captura de reproductores del medio, conocida como caza de fomento. Por otro lado, el cultivo de recursos hidrobiológios, exactamente de recursos acuícolas, donde igualmente se tiene alta diversidad biológica, es otra alternativa productiva conocida como acuicultura o piscicultura, cuando se enfatiza en especies de peces. Esta actividad se origina en Colombia hacia finales de la década de 1930, cuando el país importa 100 000 ovas embrionadas de trucha arco iris (Oncorhynchus mykiss), cuyo destino fue la estación Las Cintas, en Tota, Boyacá. Nace así la piscicultura por fortuna o por desgracia con una especie introducida y discutida desde lo ambiental, pero actualmente con granjas bien diseñadas. La inclinación por cultivar peces introducidos parece haber sido una ruta práctica y fácil de implementar, pues hacia los años cuarenta se introducen carpas asiáticas y hacia 1982 entran al país las tilapias o mojarras africanas, pilares actuales de la actividad piscícola nacional.